En este blog se ha tratado el concepto de creatividad, se ha hablado de la inteligencia creativa y de su aplicabilidad. Se ha abordado el tema de las herramientas psicológicas de la creatividad y también se han comentado algunos ejercicios para desarrollar la creatividad. Es por ello que para terminar con el desarrollo de los cinco temas a elegir de la asignatura, he elegido éste.
Y es que, muchos son los que se hacen la pregunta de: ¿Se puede medir la creatividad?
Yo pienso que si, y antes que yo, muchos otros también así lo creían. Pero claro, hay que establecer un baremo en primer lugar y, en segundo lugar, ha de ser testado (probado en una cantidad de sujetos suficiente).
La creatividad se mide mediante los llamados “test de creatividad” que no dejan de ser mas que unos instrumentos construidos en base a unos criterios.
¿Cómo se hace? Pues bien, en primer lugar se ha de definir el objeto de estudio y también el instrumento que se va a utilizar. Hay una infinidad de pruebas, más que autores, que miden distintos aspectos de la creatividad. Estos aspectos hacen referencia a los factores de creatividad, que ya se han visto anteriormente, y que son: la fluidez, la originalidad, la flexibilidad, la elaboración y la coherencia.
Estos test son inventados con el objeto de medir, evaluar, o comparar el número de respuestas que dan los sujetos que los realizan, con respecto a uno o varios factores, pues no hay test que abarque el gran número de factores de los que depende la creatividad según los estudiosos del tema. Por lo que, por lo general, cada test, prueba o juego, está enfocada a la obtención de datos con respecto a una característica que forme parte de la inteligencia convergente.
Pero, ¿son fiables estos instrumentos de medida? Bien, todo depende del método empleado.
Evaluando la Creatividad
-De la aptitud a la actitud de los sujetos creadores
Al igual que las características de una obra artística, la identificación del creador desempeña un papel importante y añade una dimensión al difícil proceso de su evaluación; por el contrario, el nombre del investigador no desempeña el mismo papel en el análisis final, dentro del campo de la ciencia. El hecho de identificar el nombre de Alexander Fleming con el descubrimiento de la penicilina, no afecta a los resultados que se obtendrán en el momento en que alguien compruebe y haga uso de su descubrimiento. El valor de una idea en las ciencias forma parte de la posibilidad de utilizar y trabajar esa idea; por el contrario, en las artes el valor de una idea es la combinación de las características que esa idea puede provocar, así como de las cualidades éticas del creador de la idea.
Dado que la valoración es difícil y demasiado a menudo arbitraria, algunos autores han insinuado que no debiera existir un criterio de evaluación en la definición de creatividad. Se aduce que el elemento crítico en la creatividad no está en la valoración que de esa idea hace la sociedad, sino que la idea es válida si resulta nueva para la persona que la crea. Sin embargo, en términos del acto creativo en sí mismo, se podría dar la paradoja de que no existiera diferenciación entre, por ejemplo, la acción del niño que inventa un nuevo juego con sus compañeros y la de Einstein formulando su teoría sobre la relatividad, puesto que ambos son, en términos de lo que se admite como creatividad, creativos.
Otra área problemática en la evaluación de la obra del artista creador es la capacidad crítica y de asimilación de su previsible audiencia. Arnold Toynbee indica, por ejemplo, que “si las personas que han de evaluar la obra de arte, no tienen esa capacidad crítica y de asimilación, todo el genio del creador-sin que al creador pueda achacársele ningún fallo- será totalmente estéril, como si su talento estuviera escondido bajo tierra”.
En lo que todos los estudiosos de la creatividad están de acuerdo es en que el descubrimiento de nuevos hechos y nuevas relaciones es el proceso esencial sin el cual no puede haber eso que llamamos creatividad. El problema reside en descubrir y aceptar un sistema de valoración que confirme la bondad o no de esos descubrimientos estableciendo unos parámetros, unas categorías o niveles que se pueden aplicar a cualquier tipo de creatividad y sean aceptados unánimemente.
-Los criterios de la evaluación de la creatividad de los productos, acciones y servicios de los hombres
Es evidente que, al menos por ahora, difícilmente puede encontrarse un tipo de evaluación que sea mínimamente admitida. Por una parte, están los que plantean que prácticamente cualquier persona puede hacer nuevas combinaciones; por ejemplo, al seleccionar al azar y combinar también al azar palabras de un diccionario. Pero, a menos que estas combinaciones tengan un valor determinado, no deberían considerarse como actos verdaderamente creativos. Si bien esta actitud parece razonable, nos topamos con ciertos problemas de orden práctico, como por ejemplo, ¿quién va a decidir si una idea tiene valor? Y, en cualquier caso, ¿bajo qué baremos o estándares se realiza esta valoración?
En parte para dar respuesta a estos problemas, un grupo de estudiosos afirma que el simple acto de combinar elementos viejos-con el resultado lógico de formar nuevos conjuntos -tendría que ser el único test posible, la única condición exigida para valorar un hecho como creativo. Su argumentación se basa en que la creatividad es dicotómica, discontinua y variable. O bien se tiene éxito al crear algo nuevo, o no se tiene. No se trata de una cuestión de calibrar la amplitud de aplicaciones o la profundidad de implicaciones de la idea. Únicamente hay que discernir si el resultado ofrece una novedad, o no. ese punto de vista tiene la virtud de simplificar la definición de creatividad, pero existen cierta resistencia natural a colocar a Einstein y a un niño con imaginación precoz en la misma categoría creativa. No parece justo colocar al mismo nivel categórico los dibujos a lápiz de un niño y la teoría de la relatividad. Sea cual sea el grupo de pensamiento que se elija, se caerá en el juego de ganar o perder, porque en definitiva, ninguno de ellos carece de virtudes decisorias, pero tampoco de limitaciones.
De todo lo expuesto, nos parece que quien mejor sintetiza el personalismo y complejo proceso de creación es Drevdahl cuando dice que: “Creatividad es la capacidad humana de producir contenidos mentales de cualquier tipo que, esencialmente, pueden considerarse como nuevos y desconocidos para quienes los producen. Puede tratarse de actividad de la imaginación o de una síntesis mental, que es más que un mero resumen. La creatividad puede implicar la formación de nuevos sistemas y de nuevas combinaciones de informaciones ya conocidas, así como la transferencia de relaciones ya conocidas a situaciones nuevas y la formación de nuevos correlatos. Una actividad, para poder ser considerada creativa, ha de ser intencional y dirigida a un fin determinado, por más que su producto pueda no ser prácticamente aplicable de un modo inmediato, tener imperfecciones y ser incompleto todavía. Puede adoptar forma artística, literaria o científica, o ser de índole técnica o metodológica”.
Evaluando la Creatividad
-De la aptitud a la actitud de los sujetos creadores
Al igual que las características de una obra artística, la identificación del creador desempeña un papel importante y añade una dimensión al difícil proceso de su evaluación; por el contrario, el nombre del investigador no desempeña el mismo papel en el análisis final, dentro del campo de la ciencia. El hecho de identificar el nombre de Alexander Fleming con el descubrimiento de la penicilina, no afecta a los resultados que se obtendrán en el momento en que alguien compruebe y haga uso de su descubrimiento. El valor de una idea en las ciencias forma parte de la posibilidad de utilizar y trabajar esa idea; por el contrario, en las artes el valor de una idea es la combinación de las características que esa idea puede provocar, así como de las cualidades éticas del creador de la idea.
Dado que la valoración es difícil y demasiado a menudo arbitraria, algunos autores han insinuado que no debiera existir un criterio de evaluación en la definición de creatividad. Se aduce que el elemento crítico en la creatividad no está en la valoración que de esa idea hace la sociedad, sino que la idea es válida si resulta nueva para la persona que la crea. Sin embargo, en términos del acto creativo en sí mismo, se podría dar la paradoja de que no existiera diferenciación entre, por ejemplo, la acción del niño que inventa un nuevo juego con sus compañeros y la de Einstein formulando su teoría sobre la relatividad, puesto que ambos son, en términos de lo que se admite como creatividad, creativos.
Otra área problemática en la evaluación de la obra del artista creador es la capacidad crítica y de asimilación de su previsible audiencia. Arnold Toynbee indica, por ejemplo, que “si las personas que han de evaluar la obra de arte, no tienen esa capacidad crítica y de asimilación, todo el genio del creador-sin que al creador pueda achacársele ningún fallo- será totalmente estéril, como si su talento estuviera escondido bajo tierra”.
En lo que todos los estudiosos de la creatividad están de acuerdo es en que el descubrimiento de nuevos hechos y nuevas relaciones es el proceso esencial sin el cual no puede haber eso que llamamos creatividad. El problema reside en descubrir y aceptar un sistema de valoración que confirme la bondad o no de esos descubrimientos estableciendo unos parámetros, unas categorías o niveles que se pueden aplicar a cualquier tipo de creatividad y sean aceptados unánimemente.
-Los criterios de la evaluación de la creatividad de los productos, acciones y servicios de los hombres
Es evidente que, al menos por ahora, difícilmente puede encontrarse un tipo de evaluación que sea mínimamente admitida. Por una parte, están los que plantean que prácticamente cualquier persona puede hacer nuevas combinaciones; por ejemplo, al seleccionar al azar y combinar también al azar palabras de un diccionario. Pero, a menos que estas combinaciones tengan un valor determinado, no deberían considerarse como actos verdaderamente creativos. Si bien esta actitud parece razonable, nos topamos con ciertos problemas de orden práctico, como por ejemplo, ¿quién va a decidir si una idea tiene valor? Y, en cualquier caso, ¿bajo qué baremos o estándares se realiza esta valoración?
En parte para dar respuesta a estos problemas, un grupo de estudiosos afirma que el simple acto de combinar elementos viejos-con el resultado lógico de formar nuevos conjuntos -tendría que ser el único test posible, la única condición exigida para valorar un hecho como creativo. Su argumentación se basa en que la creatividad es dicotómica, discontinua y variable. O bien se tiene éxito al crear algo nuevo, o no se tiene. No se trata de una cuestión de calibrar la amplitud de aplicaciones o la profundidad de implicaciones de la idea. Únicamente hay que discernir si el resultado ofrece una novedad, o no. ese punto de vista tiene la virtud de simplificar la definición de creatividad, pero existen cierta resistencia natural a colocar a Einstein y a un niño con imaginación precoz en la misma categoría creativa. No parece justo colocar al mismo nivel categórico los dibujos a lápiz de un niño y la teoría de la relatividad. Sea cual sea el grupo de pensamiento que se elija, se caerá en el juego de ganar o perder, porque en definitiva, ninguno de ellos carece de virtudes decisorias, pero tampoco de limitaciones.
De todo lo expuesto, nos parece que quien mejor sintetiza el personalismo y complejo proceso de creación es Drevdahl cuando dice que: “Creatividad es la capacidad humana de producir contenidos mentales de cualquier tipo que, esencialmente, pueden considerarse como nuevos y desconocidos para quienes los producen. Puede tratarse de actividad de la imaginación o de una síntesis mental, que es más que un mero resumen. La creatividad puede implicar la formación de nuevos sistemas y de nuevas combinaciones de informaciones ya conocidas, así como la transferencia de relaciones ya conocidas a situaciones nuevas y la formación de nuevos correlatos. Una actividad, para poder ser considerada creativa, ha de ser intencional y dirigida a un fin determinado, por más que su producto pueda no ser prácticamente aplicable de un modo inmediato, tener imperfecciones y ser incompleto todavía. Puede adoptar forma artística, literaria o científica, o ser de índole técnica o metodológica”.
