La palabra creatividad tiene su origen en el término latino “creare” (crear), ha estado siempre asociada con la imaginación, aunque no ha sido hasta este siglo cuando se la ha considerado como una capacidad humana en lugar de un don divino reservado a unos pocos privilegiados.
En años recientes se han hecho adelantos en cuanto a la comprensión de los tipos de personalidad creativa y de las circunstancias en que es más fácil que aparezcan.
Son muchos los psicólogos que han abordado la relación entre creatividad e inteligencia, como puedan ser Howard Gardner, Joy Paul Guilford y Robert Sternberg, así como, en el campo de la filosofía, José Antonio Marina ha estudiado algunos de los aspectos más importantes de la inventiva y Ricardo Marín Ibáñez ha estudiado este campo en el seno de la Pedagogía. Todos ellos, al igual que muchos otros nos han ofrecido sus propias definiciones como por ejemplo la de Erwin Schrödinger que según él “la creatividad no es tanto ver lo que aún nadie ha visto, como pensar lo que todavía nadie ha pensado sobre aquello que todos ven”. Es decir, la creatividad es la llegada de lo inesperado, de lo desconocido, es esa sorprendente comunicación con el inconsciente mediante la intuición y la imaginación.
Desde la propia definición del término surgen complicaciones ya que cada escuela filosófica y psicológica ha tenido su propio punto de vista para responder al término “creatividad”. Por lo que en las lineas siguientes hare un recorrido por las diferentes situaciones en las que se ha encontrado el término a lo largo del siglo XX.
En primer lugar debemos citar a Paul Guilford quien redescubrio el término y lanteó la creatividad como una necesidad social que había que potenciar para convertir a Estados Unidos en un país capaz de competir con otras naciones que estaban desarrollando nuevos productos frente al conformismo estadounidense. Más que el término lo que estaba en desuso era la capacidad para demostrar esa creatividad con resultados concretos.
Parece que hay un acuerdo general en considerar la creatividad como una capacidad que tenemos en común todos los seres humanos. Y por otra parte, la mayoría de los investigadores parecen coincidir también en que la creatividad es la misma en todas las actividades, aunque su resultado es diferente según el campo de aplicación.
Para Robert M. Gagné, la inventiva puede ser considerada como una forma de solucionar problemas, mediante intuiciones o una combinación de ideas muy diferentes, de conocimientos variados.
Carl Ranso Rogers lo define como la aparición de un producto nuevo, que resulta por un lado de la singularidad de un solo individuo y, por otro, de los aportes que recibe ese único individuo de otros individuos y de las circunstancias de la vida.
Torrance y Myers afirman, en La enseñanza creativa, que “todas las personas normales son creativas por naturaleza”. Pero señalan que, como en cualquier capacidad humana, en la creatividad también se dan diferencias entre unas personas y otras.
Moles define la creatividad como una “aptitud del espíritu para organizar los elementos del campo perceptivo de una manera original y susceptible de dar lugar a operaciones en cualquiera que sea el campo de los fenómenos”.
Landau afirma que las investigaciones han demostrado que todos los procesos creativos, fuesen en el campo que fuesen, tenían una capacidad común, “la capacidad para encontrar relaciones entre experiencias antes no relacionadas, y que se dan en la forma de nuevos esquemas mentales, como experiencias, ideas o productos nuevos”. Esta capacidad la posee cada uno de los individuos y la puede aplicar en cualquier situación sea del tipo que sea.
El ya mencionado Ricardo Marín, como también Koestler, hacen la misma afirmación manteniendo esta misma teoría.
Pero por otro lado hay voces disonantes en estos aspectos como la de Gardner, que opina que los avances creativos en un dominio no pueden meterse críticamente en el mismo saco con avances de otros dominios. Digamos que para él, una persona creativa debe serlo en un campo y no en todos y, además , debe serlo regularmente para poder merecer esa consideración.
Lo que sí es fácilmente aceptable es que se pueden dar diferentes niveles de creatividad. Mª Ángeles Gervilla distingue entre:
1.- La creatividad absoluta reservada a las grandes invenciones y que Ricardo Marín asigna a los genios y grandes descubridores que han realizado obras con impacto histórico.
2.- La creatividad relativa para las invenciones cotidianas que resuelven situaciones simples.
En este punto quisiera destacar el trabajo de Tamara Rozas Gutiérrez a la hora de recoger todas estas, y muchas otras definiciones, y sintetizar sus contenidos en una definición que, en mi opinión, es muy completa. Esta es la siguiente:
Considero, que la creatividad es la capacidad inventiva con la que todos nacemos y luego puede o no ser estimulada, desarrollada y mejorada, al igual que el resto de capacidades humanas. Es el proceso de presentar un problema a la mente con claridad (ya sea imaginándolo, visualizándolo, meditándolo, suponiéndolo...) y luego originar o inventar una idea, concepto, noción según líneas nuevas o no convencionales, tratando de dar el mayor número de respuestas posibles, lo cual implica flexibilidad y fluidez. Al elaborar dichas respuestas hay dos posiciones según el autor que defina el concepto “creatividad”. Algunos hablan de ofrecer la mayor cantidad de detalles por lo que algo es construido y otros hablan de presentar el número suficiente de elementos para conseguir algo de forma perfecta, pero debe llevar de una forma íntegra una coherencia, es decir, un sentido.
No podemos hablar de este término sin mencionar que la actividad creativa conlleva una intención que trata de lograr un objetivo. Puede adoptar, entre otras, una forma artística, literaria o científica. Es el principio básico para el mejoramiento de la inteligencia personal. Es un proceso que se desarrolla en el tiempo y se caracteriza por la originalidad, concepto del que habla Guilford -psicólogo estadounidense-, en su libro Creatividad y educación (1968). El dar el mayor número de respuestas posibles a un problema propuesto, requiere memoria para poder relacionar unos aspectos con otros. La creatividad es originalidad, bien por la infrecuencia de respuesta o bien por suscitar una sorpresa eficiente en el receptor que reacciona con extraño, entusiasmo...
Se debe destacar, que los miembros de una organización que precisen una idea, producto, representación, imagen, o propósito creativo han de fomentar un proceso que incluya oportunidades para el uso de la imaginación, lo cual requiere experimentación. Una herramienta de trabajo grupal que facilita el surgimiento de nuevas respuestas sobre un tema o problema determinado es la ideada por Alex F.Osborne en 1941, “lluvia de ideas o brainstorming”. Esta técnica conlleva una apertura, es decir en una primera instancia cualquier idea es válida, no se ponen trabas, pero a continuación, según los criterios que hayamos establecido para obtener la respuesta que mejor se adapte a lo que buscamos, debemos ir desechando aquellas ideas que carezcan por ejemplo de coherencia, originalidad, etc.
Por último considerar la etapa de difusión y socialización. En ella lo nuevo creado pasa a ser aceptado en el mundo. No es suficiente con que el invento sea aceptado por el entorno del creativo, el producto creado debe trascender al público para que sea conocido y aprobado. En el campo de la publicidad esta etapa es imprescindible para poder valorar el trabajo ya que el verdadero valor de la creatividad está en cómo la recibe el público al que va dirigido el mensaje.
A modo de conclusión diríamos que lo creativo acaba manifestándose, ya sea a través de la expresión espontánea, realizaciones de valor o propuestas originales.